Si ustedes interpretan para los juzgados federales más vale que lean esto.

December 7, 2012 § 4 Comments

Queridos colegas,

Una noche leyendo mi correo electrónico me enteré de ciertas cosas, en mi opinión preocupantes, que estaban sucediendo en ese momento en el estado de Colorado.   Resulta que los intérpretes que trabajan en ese distrito judicial federal prestando servicios a los abogados del panel, conocidos como “CJA” por las siglas que tiene ese programa en el idioma inglés, tuvieron muchas dificultades  para que les pagaran sus honorarios.  Aparentemente, hay algunas abogadas de este panel de Colorado, y al menos una juez en ese distrito, que no consideran que sea legítimo el pago de gastos y honorarios a los intérpretes que se desplazan a los centros de detención, por más lejos que estos se encuentren, a interpretar para los abogados CJA.  Una abogada se negó a autorizar el pago por las millas y el tiempo que le llevó a una colega intérprete trasladarse a un centro de detención.  La abogada argumentó que solo debería pagarse por el “tiempo de interpretación” y nada más.  Este asunto tan absurdo llegó a una audiencia ante una juez federal del distrito de Colorado y ¿Qué creen ustedes? ¡La juez estuvo de acuerdo con la abogada del panel!  Es más, esa juez trató de lograr que este criterio obtuso se convirtiera en regla general en todo el distrito judicial. Afortunadamente la crisis terminó con una decisión en que prevaleció la opinión de la mayoría de los jueces y en este momento los intérpretes reciben compensación por el tiempo de viaje.  Lo lamentable es que para alcanzar este “final feliz” pasaron meses y requirió de un gran esfuerzo por parte de nuestros colegas que afortunadamente terminaron por recibir el apoyo del presidente del juzgado y de la mayoría de los jueces vitalicios. No me quedó claro si la juez que inició toda la controversia finalmente entró en razón o simplemente perdió a la hora de contar los votos.

Ahora, debo explicar algo que yo sé por haber vivido un tiempo en Colorado.  Por muchísimos años los intérpretes judiciales de ese estado han trabajado bajo un sistema que les resuelve todo. No tienen que buscar trabajo ya que tanto el estado como el gobierno federal programan a sus intérpretes y les asignan días para interpretar. El resultado de esta costumbre ha sido que muchos de los colegas en Colorado no saben buscar clientes o negociar con ellos ya que están acostumbrados a depender del juzgado en este sistema de clientela medieval. De tal suerte que el juzgado, actuando como dueño de tienda de raya, determina el pago por los servicios de interpretación y los días en que alguien trabaja. Los intérpretes están tan acostumbrados al sistema que siempre están de acuerdo y siguen aceptando las condiciones que se les impongan en estos contratos de adhesión.  Obviamente el resultado es que Colorado tiene algunos de los intérpretes más mal pagados en todo el país.

Ese sistema tan viciado dejó de aplicarse en el distrito judicial federal a fines del año pasado y desde entonces, y hasta que los jueces votaron a favor del pago por el tiempo de viaje,  se había trabajado con el panel CJA bajo una política de negociación caso por caso. El resultado fue que en un lugar donde la gente no estaba acostumbrada a negociar sus honorarios, donde hay colegas (y me duele llamarlos colegas) que están prestando sus servicios por una miseria de pago, y hay otros que están tratando de cobrar como se debe, estos últimos enfrentan a un monstruo de dos cabezas: el cliente que quiere pagar poco y el intérprete miedoso que gustoso acepta las migajas..

No digo que debamos determinar aquí lo que hay que pagar a los intérpretes de ninguna parte, eso es cosa de ellos. Mi preocupación fundamental y mi única motivación para escribir este artículo tiene que ver con la idea de no pagar por el tiempo de preparación, de viaje, los gastos incidentales de la prestación del servicio profesional, y el tiempo que el intérprete deja de ganar dinero en otro trabajo debido a que está sentado en la cárcel con el abogado esperando que traigan al preso, o está jugándose la vida en una tormenta de nieve tratando de cumplir con su cita en un centro de detención, o está investigando terminología, etcétera.

Que quede bien claro que los intérpretes, al igual que todo aquel que presta servicios profesionales, incluyendo  los abogados, venden su tiempo. No pueden estar en dos lugares al mismo tiempo, y si se les contrata para un trabajo de dos horas, pero eso significa que debido a la distancia, o a la hora del día en que se va a prestar el servicio, no pueden trabajar en algo más ese día, o ese medio día, o sea, van a dejar de ganar dinero para poder satisfacer la necesidad de ese cliente que los necesita por dos horas, al igual que los abogados, esos intérpretes deben cobrar por su tiempo dedicado a un caso, deben ser remunerados por su tiempo desde el momento en que dejan su casa u oficina y hasta que regresen a la misma, deben ser remunerados por el tiempo que dediquen a la investigación y preparación de un trabajo, y deben ser reembolsados por los gastos que conlleva la prestación de sus servicios, millas viajadas, cuotas de puentes y carreteras, boletos de avión, hoteles, viáticos, etcétera.  La manera en que el intérprete decida cobrar esos gastos y honorarios es cosa suya: un honorario por hora contado desde que sale de la oficina hasta que regresa, cobrando únicamente por las horas de interpretación pero a un honorario más elevado que incluya los gastos y el viaje, a una tarifa por el día o medio día de trabajo…en  fin, eso es cosa de cada uno.

Si yo estuviera en una situación como la que sufrieron los intérpretes de Colorado, trataría de convencer a mis colegas para que no cedan ante la presión y cobren por aquello a lo que tienen derecho, además, yo simplemente me negaría a aceptar trabajo con esas abogadas cuenta-chiles del panel (que por cierto generalmente nunca se convierten en buenos clientes ya que rara vez tienen la pericia y conocimientos para tener clientes particulares que son los que pagan bien)  y antes de cada trabajo prepararía una carta de condiciones  que pediría que el abogado firmara, y si no la firma, simplemente no aceptaría el trabajo. Asimismo, jamás volvería a aceptar trabajo ante jueces como la que se menciona en este artículo, y que como dato curioso es hispana y “habla” español.  Hay que recordar que somos contratistas y como tales tenemos el derecho a aceptar o rechazar todo el trabajo que nos ofrezcan. Yo estoy convencido que cuando un abogado se encuentra sin opciones porque nadie quiera trabajar con él o ella, y cuando los jueces poquiteros no puedan celebrar una audiencia por falta de intérprete, sus actitudes cambian, y si no, al haber establecido mi política de no trabajar con ese tipo de clientes, por lo menos yo ya no tendría que preocuparme de lo que pase, ni tendría que perder mi tiempo en litigios y cartas tratando de convencer al olmo para que dé peras.  Ya les dije lo que yo haría en esa situación, ahora me encantaría escuchar sus opiniones que tal vez ayuden a nuestros colegas que en estos momentos enfrentan este tipo de circunstancias dondequiera que se encuentren.

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